Por Richar Centeno Torres
Desde hace algunas décadas, se viene discutiendo en el país sobre el modelo a seguir para el desarrollo de nuestro sistema educativo; se habla de las ventajas de tal o cual país, de su inadecuación con nuestra realidad, y se experimenta. Así hemos llegado a la segunda década del siglo XXI buscando el camino definitivo para despegar.
Se destaca mucho, por ejemplo, el sistema educativo de Finlandia, un paradigma moderno de la educación con sus constantes y audaces innovaciones a todo nivel.
El principal baluarte del exitoso sistema finlandés es, sin duda, el profesor, que tiene una gran autoridad en la escuela y la sociedad, porque la docencia es una carrera con mucho prestigio y de alto nivel, y obviamente muy bien remunerada.
Otro aspecto importante: la educación es totalmente gratuita, incluyendo los libros y útiles, y hasta la alimentación y el transporte.
Lo curioso es que para estar en el primer lugar de los rankings mundiales de educación, en Finlandia los niños no empiezan más temprano a estudiar ni lo hacen muchas horas.
La edad considerada ‘madura’ para aprender es a los 7 años y solo reciben tres a cuatro clases por día, con intervalos de 15 minutos para el descanso y el juego. Además, se evitan la competencia y las cifras, y no se toman exámenes hasta los 11 años: las calificaciones son descriptivas, no en cifras.
Finlandia es hoy lo que Japón fue hace unos 20 o 30 años, cuando era considerado un país obsesionado con la educación, entre otras cosas, por el alto nivel internacional alcanzado, lo que se reflejó en un gran desarrollo tecnológico.
Hay dos instituciones que jugaron –y juegan aún– un rol importante en el desarrollo educativo japonés: las juku (academias privadas de reforzamiento paralelas a las escuelas) y las madres de familia, conocidas como las ‘madres educadoras’, que participan activamente en la formación de sus hijos y les dan el apoyo necesario en todas las etapas hacia el éxito académico.
Es importante destacar que durante varias décadas, las juku han sido el camino hacia la excelencia educativa al permitir el acceso a las mejores escuelas y centros de educación superior. En los últimos años, con las políticas educativas que buscaban relajar un poco la exigencia en las escuelas por el alto estrés y otras consecuencias en los niños, paradójicamente las juku han cobrado mayor fuerza al convertirse en el complemento perfecto de la enseñanza en las escuelas.
Todas estas experiencias deben servirnos para encontrar nuestro propio camino hacia la modernidad educativa, el verdadero baluarte de nuestro desarrollo.
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