A propósito de las elecciones en Colombia y a solo meses para que los peruanos vayamos a depositar el nuestro en las próximas Elecciones Regionales y Municipales, creemos conveniente publicar esta nota que nos envía Carlos Córdoba, pues “No se trata de obligar a nadie a votar, no se trata de atropellar la conciencia de nadie. Se trata, aunque no nos guste, de tomar decisiones prácticas pero muy responsables. De seguir haciendo una oposición sería y responsable, estamos en nuestro derecho. Pero el verdadero dilema es si estamos dispuestos a ayudar a construir las condiciones para que disentir, proponer e incidir sea posible o no. No se trata de purismo, sino de ayudar a que esas condiciones se generen, claramente sabemos que en una de las dos opciones esas garantías no serán posibles.
Prefiero un voto práctico y responsable que ser un "ciudadano impecable" y tranquilo con mi conciencia en medio de un país en guerra y con atropellos a la democracia”.
Ciudadanos impecables
Por: Laura Gil
Las decisiones de los ciudadanos impecables “son acertadas, justas y moralmente irreprochables”, escribió el filósofo español Rafael del Águila. Hoy, nuestros ciudadanos impecables se equivocan.
El presidente Santos se enfrenta a la oposición de los ciudadanos impecables. Los escuchamos día tras día: le dicen sí a la paz en abstracto, pero no en la práctica, con los ‘Noños’ y los ‘Musas’. Señalan a la Unidad Nacional como un nido de corrupción, denuncian la ‘mermelada’, critican la política económica como neoliberal y condenan el manejo de lo social como un fracaso.
Todo ello –aducen– les impide depositar el voto por la paz, aun cuando creen en la solución negociada del conflicto. Al ciudadano impecable, decía Del Águila, le obsesiona su “perfección moral”.
El senador Jorge Robledo representa lo mejor que tiene para ofrecer el Congreso: estudioso, consistente, combativo y siempre comprometido con los más vulnerables. Sus debates de control político dan muestra de la importancia para la democracia de la oposición, cuando esta se hace con la verdad en la mano.
Claudia López constituye el símbolo de la renovación, el ejemplo del “podemos” cambiar; es una de las voceras más destacadas del antiuribismo; sin sus investigaciones no existiría hoy la verdad judicial de la ‘parapolítica’. Con 81.000 votos, la ciudadanía le demostró que le reconoce su valor en la denuncia. Robledo llamó al voto en blanco y López manda mensajes contradictorios.
“Tengo absolutamente claro que Uribe es, de lejos, peor que Santos”, afirmó López. Pero “también tengo claro que ninguno representa nuestras ideas, sueños y aspiraciones”.
Robledo, por su parte, manifestó: “Cero democrático obligar a escoger entre Santos y Zuluaga y negar que el voto en blanco o no votar es una opción democrática respetable”.
Para Rafael del Águila, el ciudadano impecable no cede “espacio para los dilemas políticos, las tensiones dolorosas y las decisiones costosas”. Cree que se puede mantener fiel a todos los ideales todo el tiempo en toda circunstancia.
Pero la armonía no caracteriza el reino de la política y las contradicciones están a la orden del día.
Es verdad que bien difícil puede resultar, para Robledo, depositar la boleta a favor de un creyente de los tratados de libre comercio y, para López, apoyar a quien recibe respaldo de algunos políticos cuestionables. Pero, lo quieran o no, la decisión de mantenerse al margen tiene costos. Diga lo que se diga, quien no tome partido entre Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga terminará coadyuvando el regreso del uribismo al poder. A muchos no les gusta quiénes están sentados en La Habana. Pero son este Santos, mal rodeado como pueda estar, y estas Farc, crueles como son, que nos pueden entregar la paz. Es la paz que hay y nos está dejando el bus.
Oposición podrán hacer más adelante y con más garantías. Un voto por Santos no es solo por la paz negociada, sino también por la defensa de la democracia.
Robledo y López privilegiaron la coherencia en su vida política. Pero toda regla de vida puede estar sujeta a excepción en momentos extraordinarios. Este es uno de ellos.
Día a día estamos obligados a elegir. “Cuando analizamos este asunto de la impecabilidad referido a nuestra vida personal –advirtió Del Águila–, raramente encontramos a quien crea que en la vida de cada uno no hay que escoger a veces entre decisiones dolorosas”.
Colombia tiene el derecho soberano de suicidarse. Será con la ayuda de muchos ciudadanos impecables. Ojalá no sea con la de Robledo y López. No será con la mía.