Por: Isabel Barrantes Zurita
isarrobles@yahoo.esCANTARES DE MUJER
Se ilumina el vientre de las mujeres cuando en él, por lo general, por nueve meses se inicia el universo de un nuevo se ser. Va creciendo desde entonces en esa agua vital, una persona que pensará, amará y hará parte de la historia de nuestros pueblos. Será el o la protagonista de nuevas creaciones cotidianas, será parte de las creaturas del Señor que harán más grande o pequeño el sentido de la existencia de ese pueblito donde nació y, trascenderá al mundo entero. Por ello, al traer niños al mundo no debiéramos ofrecerles esa sociedad doliente, que privilegia las noticias malas, violentas, de corrupción y degradación moral y de valores. Sino esa sociedad hermosa, que sabe cuidar y contribuir positivamente con su ambiente natural y cultural.
Esa sociedad donde desde el vientre de la madre comienza a pensar con emoción creadora, afectiva, hecha de sueños y ternuras, dentro de un ordenamiento saludable, disciplinado, con reglas justas, equitativas, participativas, solidarias.
Una sociedad donde el objeto de vida no sea el del consumismo a cómo de lugar, sino fundamentalmente la realización integral humana como personas, ciudadanas de primera, en un mundo donde no se lo estratifique por primero, segundo o tercero, sino un mundo posible para todos y todas.
Este es el sueño de sociedad que queremos para nuestros hijos e hijas. Aun no es posible, las grandes potencias mundiales, las transnacionales, el poder de los medios de comunicación masiva, los increíbles intereses de los que ostentan el poder, nos lo impiden, pero también nosotras las mujeres, al seguir la corriente que va acabando con el universo. Educamos a nuestros niños para ser los grandes consumidores solamente y no los educamos para ser los grandes defensores de la vida por sobre todas las cosas.
No desarrollamos sus emociones positivas, sino las que buscan el dominio de unos sobre otros. El hogar debiera convertirse en el espacio donde germinen ciudadanos con derechos y deberes, respetando los valores propios de su cultura, para interactuar recíproca y solidariamente con los de otras culturas y no precisamente dentro de un mundo idílico, sino de un mundo real donde el bien y el mal están presentes, pero en el que las personas están capacitadas para tomar las mejores decisiones en bien propio y en el de los demás. Es un sueño todavía, pero ese mundo queremos las madres para hijos e hijas.
Dentro del Calendario peruano celebramos un día más del niño, seguramente con fiestas, regalos, ofrecidos de buena o mala manera, para “ellos”, los niños “pobres”, a lo mejor les mejoramos, en nombre de ese día, el techo del albergue o un pequeño bañito de 120 mil soles y algo más, la dación de una ley que no se cumple, por falta de reglamentación, presupuesto y ahí queda el famoso nuevo Día del Niño Peruano, cuyo objetivo es el de la sensibilización, a lo mejor se da ésta, pero lo “más mejor”, como decimos en la tierra, debiera ser una lucha frontal contra una educación, sea en la casa, en la escuela o en la comunidad que privilegie a unos pocos vivazos, sobre la gran mayoría de los tontos que aceptamos gobierno tras gobierno una situación de seguir siendo dominados por esos pocos que no construyen, junto a nosotros, el camino para la sociedad con la que soñamos todos.
La lucha es muy difícil a partir de nosotros mismos, la falta de recursos, de una cultura de la equidad, pero con la creatividad que les sobra a los ciudadanos del Perú y del Mundo, podríamos comenzar a lograrla. No todo está perdido, se han conseguido buenas leyes, que debiéramos comenzar a ejercerlas y exigir su ejercicio.
Está la Constitución, el Código de Niños y Adolescentes, el Código de la Familia, el de la Participación Ciudadana, del Presupuesto Participativo,( cuyo fin pareciera ser sólo destinado para obras de cemento y nada para el desarrollo y crecimiento integral de los ciudadanos-as), la lucha anticorrupción, la Ley de Vigilancia Ciudadana, de las Apafas, etc. etc. Mas si leyéramos sólo la Constitución, reflexionándola en lo que respecta a los derechos y deberes de nuestros niños y niñas, contrastando lo que se cumple y lo que falta por cumplirse, exigiendo y trabajando sin cansancio por su cumplimiento total, en favor de los niños y niñas, a los que llevamos por nueve meses en el vientre, sería el comienzo del camino…