Por Percy Gómez Benavides
En semana recientes hemos sido testigos de un inesperado pronunciamiento, esencialmente protagonizado por los jóvenes del país en contra de lo que han denominado “la televisión basura”.
Se trata de una causa calificada duramente, pues el adjetivo utilizado es muy expresivo y refleja el rechazo a determinada forma de hacer televisión.
No es nuevo admitir que la gran quiebra de valores en nuestra sociedad es un fenómeno lamentablemente muy pronunciado. Ya no se observan en la vida diaria valores como la solidaridad, la lealtad, el respeto mutuo, la verdadera amistad, la honradez, pues la evolución social ha contribuido a que los niños no tengan permanentemente el cuidado formativo de la madre, porque ella ahora también trabaja y, como es natural, contrae fatiga laboral, compromisos sociales, cansancio, y entonces el descuido por los menores es notable.
En el libro Ya vuelvo mami se hizo ver que todos estos detalles permiten que nuestra juventud, en gran parte, esté desviada de la rectitud y del respeto, si no veamos el gran número de jóvenes víctimas de la drogadicción, del tabaco, del alcohol y del sexo.
Basta advertir las expresiones delictivas que protagonizan jóvenes –que como solución quieren dictar leyes que los encarcelen antes de los 18 años de edad; lo que considero una gran equivocación–, la presencia de más de un millón 800,000 madres solteras abandonadas, y el establecimiento de centros de rehabilitación para jóvenes drogadictos.
Es injusto atribuirle toda la responsabilidad a la televisión, pero debemos recordar que el artículo 14 de la Constitución Política del Estado, en su párrafo final, manda que “Los medios de comunicación social deben colaborar con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural”; esto es, todos los medios y no solo la televisión.
Debemos admitir que existen algunos medios de comunicación que actúan aun peor que la televisión, con sus titulares grotescos, con un lenguaje o vocabulario nada formativo, que se exhiben en los puestos callejeros de periódicos y revistas con fotografías de mujeres semidesnudas, y que en nada aportan a la formación de la sociedad.
El Ministerio de Cultura debería realizar campañas para recuperar el nivel cultural de la sociedad; y los ministerios de Transportes y de Educación con mayor razón. El gran padre San Agustín decía: “Donde hay carencia, hay crisis; y donde hay crisis, hay carencia.”
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