Después de mucho tiempo, he retomado la escritura a mano; fue difícil: la mano esta dura, los dedos rígidos, el desplazar la escritura de izquierda a derecha sale zigzagueando en el papel bond (como aprender a surcar la tierra con un arado), no reconozco mucho al forma de mis letras y escritura en general, están deformes (nunca tuve buena letra, pero, no es para tanto). Conforme voy escribiendo los recuerdos fluyen por la mano y dedos, haciendo legible lo que escribo y los renglones tienen mejor horizontalidad.
Es una alegría el poder ver como en mis dedos queda la huella del lapicero: al iniciar a escribir lo sujete, presionándolo fuerte, temiendo y evitando que se saliera “corriendo el lapicero”. Voy retomando la capacidad de escribir, siento que mis ideas y pensamientos recobran su naturalidad al ser plasmado en un papel.
Esta forma de sentir como fluye las ideas y los pensamientos al escribir a mano es diferente cuando uso el teclado de la computadora, son diferentes. Al escribir a mano siento “que soy yo miso”, “mostrándome como soy”, es como si una multitud galopara queriendo fluir por la mano al momento de escribir. Creo que el escribir a mano es un asunto de identidad, es como nuestra huella digital, única en el universo; pero también es parte de este colectivo proceso de aprender, desaprender y reaprender. No quiero decir que el usar el teclado de la computadora para escribir es malo, no, solo afirmo que son diferentes.
Estoy reaprendiendo a escribir a mano y con ello voy en la búsqueda de reencontrarme, de buscarme “el que soy”, algo así como “recordando lo que viene sabiendo quien soy”; es una forma de sacudirse de esquemas, programas preestablecidos que han generado paradigmas que van moldeando la forma de pensar, sentir y vivir, sin darnos cuenta. Siento que volvemos a ser nosotros mismos, con identidad propia, con una diversidad y complementariedad de ideas y pensamientos que fluyen con naturalidad en el proceso de ir escribiendo a mano.
He vuelto a reaprender al escribir a mano. Esta sensación me lleva a la conclusión que el escribir a mano va trascender al teclado (tecnología), no tengo duda de ello; se forma una unidad: ser nosotros mismos, las ideas y pensamientos y la forma como escribimos a mano. El teclado es muy homogéneo, establece linealidades, parámetros establecidos que no permiten SER. Creo en la diversidad, las diferencias y sus complementariedades, el respeto y reciprocidades y, todo esto, lo estamos perdiendo; por ello el escribir a mano es parte de esta naturaleza y unidad que cambia, se perfecciona y se defiende cuando no le permiten SER.
Cuando estudiábamos en el nivel primario, los de nuestra generación recordaran, a pesar de la verticalidad de la educación, existía un acto democrático y participativo: existían diversas y diferentes formas de escribir, cada quién con su forma de ser y actuar; aun cuando nos obligaban a homogenizar la escritura; nuestra forma de ser, nuestra naturaleza, el “ser yo mismo” se resistía a esta imposición. Cada uno escribía de manera diferente, aunque guiados por las reglas de la gramática y la ortografía que marcaban las pautas de una buena escritura. Ninguna forma de escribir a mano es igual, son diferentes y esa diferencia se respeta.
El volver a escribir a mano, es como hoy, millones de hombres y mujeres, hostigados de tanta tecnología, vuelven la mirada y accionar hacia la madre tierra y, con nostalgia rebelde vemos que hemos perdido la “mitad del medio ambiente”, estos actos nos interpela y cuestiona, exigiendo la necesidad de recuperar y defender esa otra “mitad del medio ambiente” que nos queda y vivir libres como el viento que lucha para darnos vida y vida en abundancia. El escribir a mano es un acto democrático y participativo donde se respeta la diferencia porque en ella está la naturaleza de nuestras ideas y pensamientos como una unida de nuestra forma de SER y ESTAR
IRÓNICO, tengo que usar el teclado para “pasar” lo escrito a mano a la computadora y de esta forma compartir mis impresiones y emociones.
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