Por Ricardo Del Águila
De acuerdo con el Plan Energético Nacional 2014-2025, bajo los distintos escenarios de crecimiento esperados del PBI de 4.5% y 6.5%, la oferta interna de energía eléctrica está garantizada. No solo eso, gracias a nuestra geografía y diversidad de recursos naturales, contamos con un inmenso potencial hídrico y reservas de gas natural que nos permitirían crear excedentes para la exportación de energía eléctrica en la región.
En la actualidad, el Perú mantiene suscritos acuerdos de integración eléctrica con Brasil y Ecuador. La interconexión eléctrica entre el Perú y Ecuador es en la que más se ha avanzado, actualmente se cuenta con un enlace simple entre Zorritos (Perú) y Machala (Ecuador).
La interconexión con Brasil aún se encuentra en estudio y se estima que pueda ser desarrollada en el largo plazo. Bolivia contaría con excedentes energéticos a exportar a bajo costo, mientras que Colombia no presenta una viabilidad técnica de interconexión física directa en el corto plazo debido a la lejanía de los sistemas eléctricos.
Chile, en cambio, podría ser una realidad en el corto plazo. El 60% de su energía proviene del carbón, gas y petróleo diésel, además se proyecta un aumento a 2020 en el consumo eléctrico cercano a los 100,000 GWh de demanda total de energía eléctrica a dicho año, lo que pone en riesgo que se paralicen inversiones si no se llegan a concretar proyectos de generación.
Asimismo, la zona norte de Chile es donde se concentra la mayor actividad productiva de ese país. Si bien Chile se enfrenta a la dificultad de los altos costos que conllevan los enlaces asíncronos debido a la diferencia de frecuencias que existe, las diferencias actuales en las tarifas eléctricas y las inversiones esperadas para la generación de energía en el sur del Perú generan los incentivos económicos y condiciones de infraestructura necesarios para una integración energética con este país.
Son varias las ventajas que ofrece convertirnos en un país exportador de energía: la generación de una nueva fuente de ingresos para el país aprovechando los recursos renovables y no renovables con los que contamos; incentiva la inversión en infraestructura y eficiencia de los sistemas interconectados; ofrece mayor estabilidad en la red y reduce las barreras a la integración de energías renovables cuyos recursos naturales eólicos, solares y geotérmicos son abundantes en la región, pero a menudo están lejos de las zonas de alta demanda eléctrica.
Si bien existen barreras que impiden esta integración, como las diferencias entre regulaciones, los altos costos iniciales, con beneficios inciertos y las diferentes estructuras del mercado eléctrico entre los distintos países de la región, pareciera que los beneficios en el largo plazo largamente los superan.
Una integración energética con Chile podría ser el primer paso para convertirnos en un exportador de energía en la región.
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