A una semana de la 20ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP20), que se celebrará del 1 al 12 de diciembre en Lima, es fundamental una reflexión sobre la trascendencia de este encuentro internacional, el de mayor envergadura realizado hasta el momento en el Perú. Su importancia tiene dos planos: la necesidad imperiosa de adoptar medidas para salvar al planeta del cambio climático, y la oportunidad del Perú para asumir el protagonismo de articular esos esfuerzos.
El deterioro de la Tierra ya no forma parte de la ciencia ficción. Es una realidad tangible que ha venido acentuándose en los últimos siglos, desde la Revolución Industrial, por la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente el dióxido de carbono.
De no reducir sus niveles, el aumento de la temperatura, el deshielo de los glaciares y polos, el incremento de los mares y la potenciación de los fenómenos naturales son algunas de las consecuencias que afectarán el planeta sin ninguna diferenciación entre países o fronteras.
La COP20, con los esfuerzos del Perú en su calidad de país anfitrión, busca elaborar un borrador con los compromisos que deberán adoptar, y sobre todo cumplir, las 195 naciones que participan del encuentro, de tal manera que las medidas de corto, mediano y largo plazos logren amortiguar, en porcentaje significativo, el impacto del cambio climático.
La responsabilidad del Perú en este punto es vital porque debe facilitar la negociación entre los delegados asistentes, y así culminar con éxito esta tarea y superar a la cumbre de Copenhague de 2009, donde no se pudo consensuar un documento con medidas vinculantes para la disminución del cambio climático.
Todo indica que ese objetivo será posible en la capital peruana, sobre todo porque potencias como China y Estados Unidos han alcanzado un acuerdo para fijar un tope en la generación de ese tipo de gases, con lo cual se contribuye al esfuerzo global de lograr un consenso en Lima y luego ratificarlo como obligación en la COP21 del próximo año en París.
En la segunda arista, la COP20 se ha convertido en una posibilidad extraordinaria para el Perú en la consolidación de su imagen de país democrático y conciliador de posiciones.
También traerá beneficios directos e indirectos, como la generación de más inversiones en tecnologías limpias, puestos de trabajo e iniciativas de desarrollo sostenible a favor de la población. De hecho, la organización en sí misma de la cita mundial en Lima producirá demanda de hospedaje y servicios para los más de 12,000 asistentes a la reunión, además de impulsar recursos de turismo y creación de puestos de trabajo por aproximadamente 120 millones de dólares.
La cumbre, como puede apreciarse, es quizá la de mayor relevancia que el mundo haya podido efectuar para asegurar su futuro, y lo más importante es que tiene como escenario el Perú, cuyo gobierno ha demostrado voluntad de impulsar una buena política ambiental en pro de la ecología y el entorno natural.
Fuente: El Peruano
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