Por Raúl Wiener
Razón tenía el difunto Du Bois cuando dijo que la compra de Epensa había sido una operación política y no un mero acto de negocios. ¿Para qué compraría el grupo periodístico más grande del país al que ocupaba el segundo lugar, sino es para sintonizar sus campañas y dar la idea de virtual unanimidad en problemas que les interesan?
En el caso de la demolición de Martín Belaunde que rebota sobre su familia y este diario, es evidente que ha habido una decisión en un centro de mando, de ir hasta el final y un diseño que empieza en lanzar el escándalo desde la televisión en el programa político de América, los días domingo. De ahí siguen los diarios menores con diversas tapas, algunas tan tontas como que participó en la campaña o visitó al Congreso, como si esos fueran hechos punibles.
Asimismo en el canal noticioso de cable se repite cada media hora el mensaje que la concentración quiere dejar bien sentado. Y en el momento culminante el portaviones de la flota mediática, entra con un titular que convalida lo que se ha venido diciendo. Más aún, en esta feria de unanimidades, aparecen periodistas de otros canales y estaciones de radio, algunos de los cuales son también redactores de la gran concentración, y otros que parecen no tener otra opinión que la que se les ha impuesto.
Nadie se detiene a pensar si no hay un poco de exageración en lo que se dice, por ejemplo en que la española Antalsis consiguió licitaciones por 150 millones de soles como si la gestión de Belaunde ante algunos congresistas hubiera sido por este monto; o si visitar congresistas no fuera una práctica usual del sistema parlamentario, muy distinto de las gestiones entre ministro y altos funcionarios, que deciden solo sobre asuntos de Estado (caso Blume).
Pero el problema no es lo que están haciendo con la imagen del empresario prófugo sino la crisis política en que se está hundiendo al gobierno de Humala. Por lo visto sus amigos de la concentración mediática ya lo abandonaron y están preparando el terreno para que en el proceso electoral del 2016, la gente otra vez esté ante la conclusión de que todos son corruptos y que entre ladrones habrá que escoger al menos malo de ellos.
Claro que como van las cosas la crisis de los lobbies parlamentarios puede seguirse agrandando y poniendo en posición más difícil al gobierno. No olvidar que luego de remover el tema de los mineros informales o ilegales, el autoinculpado Chanduví se apresuró a pedir la vacancia presidencial, que no fue más lejos porque los partidos no le vieron futuro a la propuesta.
Pero ahora en este enredo de un prófugo que habría sido el gestor de iniciativas de Palacio, como se está sugiriendo, y de titulares que convierten en delito haber conocido al personaje, empieza a crecer la sensación de que cualquier cosa puede pasar.
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