Por Severiano Gil
Normalmente, el fraccionamiento de la moneda de un estado atiende a las necesidades de uso de quienes van a manejar ese dinero. Se crean así los decimales o los múltiplos de la moneda oficial, en función de un intercambio coherente de cantidades a abonar en cada momento.
En el caso peruano, siendo el Nuevo Sol la moneda base, se advierte una razonable subdivisión en los centavos y, al crecer la cantidad, un proporcional aumento del valor de los billetes.
Pero, ¡ay!, así como las divisiones oficiales parecen ajustadas a una lógica de sentido común, no ocurre así cuando el usuario debe utilizar las distintas cantidades existentes. Y me explico.
Uno va al cajero automático de un banco, y saca una cantidad determinada, que le es servida en billetes de 100 nuevos soles y, si acaso, de 50 como cantidad más pequeña. Es raro, muy raro, que un cajero disponga de los suficientes billetes de 20 soles para atender a la demanda de extracción de un día.
Y no debería haber problema alguno si, a la hora de hacer uso de un billete de 50 soles, no aparecieran los problemas. No siempre el perceptor dispone del vuelto necesario. Hablemos del taxista, del dueño de la bodega, del vendedor de helados. La situación que se da suele ser incómoda, porque el cliente no se niega a pagar, pero el comerciante carece de moneda para completar la transacción, lo que incomoda al primero y dice muy poco de la profesionalidad del segundo.
En Europa, por ejemplo, se tiene asumido que cualquier comercio, sea del nivel que sea, debe abrir sus puertas en la mañana con el suficiente fraccionamiento en moneda para atender las necesidades que se puedan presentar; las Cámaras de Comercio y las Asociaciones (Colegios) de Comerciantes se encargan de que esa norma se lleve a cabo; pero es que, además, a ningún comerciante le gusta encontrarse en la situación de no poder dar vuelto al cliente, puesto que ello influye en la imagen y el concepto que éste se va a llevar de él.
Ya casi que se ha vuelto corriente, en Lima, que los taxistas lleven vuelto de 20 soles, pagar con 50 todavía da problemas; pero, si acabas de salir del cajero automático, y en tu bolsillo sólo existen ejemplares de 100, entonces la cosa se complica, ya que sólo queda la opción de regresar al banco y pedir que te cambien los billetes por otros de menor valor, si es que los hay disponibles
Entonces, ¿para qué rellenan los cajeros automáticos con billetes tan grandes? No tiene mucho sentido, a no ser la comodidad del empleado encargado de ponerlos.
0 comentarios:
Publicar un comentario