jueves, 21 de enero de 2010

POETAS PERUANAS DE ANTOLOGIA

Por: Bethoven Medina Sánchez
bemesan@hotmail.com

El poeta, crítico y catedrático Ricardo González Vigil (Lima, 1949) es autor de algunas de las más desarrolladas, controvertidas y discutidas antologías de la literatura peruana publicadas a partir de década del ochenta, como De Vallejo a nuestros Días, y Poesía peruana del siglo XX (2 tomos1999); asimismo las antologías de El cuento peruano (1983-2000), amén de otros estudios antológicos sobre la obra de César Vallejo y literatura para niños y jóvenes.

Ricardo González Vigil es Doctor en Literatura, graduado en 1975, Miembro de Número de la Academia Peruana de la Lengua. Desde 1971 tiene a su cargo los cursos de Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la imparte en diferentes universidades peruanas y extranjeras. Como crítico literario ha sido colaborador en distintos periódicos y medios como Correo (1975), El Comercio (desde 1976) y Hablemos de Cine.

Ahora, inquieta al parnaso nacional con su reciente libro Poetas peruanas de antología (Mascapaycha, 2009), el cual, a confesión del responsable, se debe también a las sugerencias y participación de familiares directos (esposa María Antonieta Reátegui e hijo Ricardo Alonso), con quienes se apoyó y decidió reunir poemas de 90 escritoras peruanas, desde las poetas anónimas de inicios del siglo XVII hasta las jóvenes voces surgidas en lo que va del siglo XXI, nunca antes ejecutada.

Es comprensible que, cuando aparece una antología, los creadores y los estudiosos dan una interesada revisión del índice para fijarse quiénes están y si son todas las que están. Esta actitud es arbitraria por parte del lector, por cuanto toda antología es el esfuerzo de su autor, quien a la vez, es libre de elegir un nombre u otro.

En mi opinión, toda antología aporta, incluso las que son resultado de intereses estrictamente generacionales, grupales, amicales o políticos. Todos sabemos que es el tiempo quien hace una selección natural por la trascendencia de las obras.

En cuanto a esta última, González Vigil escribe en el prólogo: “en esta antología hemos utilizado la convencional división en Virreinato y República; ofrecemos ejemplos de poemas quechuas y amazónicos con la óptica de una mujer; distinguimos dos vertientes que del siglo XIX nos llevan a siglo XX (la sátira y costumbrista, apegada a recursos tradicionales: metro, rima, etc.; la que asimila el Romanticismo y llega hasta el Modernismo y quedándose en la antesala de una estética plenamente contemporánea, la que en el Perú adquirió del postmodernismo y, sobre todo, del vanguardismo), para distinguir después la etapa contemporánea, la más fecunda en autoras de alta calidad”(pág.18).

Por cuestiones didácticas, propias de su condición de docente, se destaca el criterio histórico y desarrollo de “ismos”. De esta manera, se nota la estructura: Poesía popular anónima: se inicia con la poesía de origen quechua, cuya presencia se manifiesta hasta muy avanzada la era republicana, se incluyen también versos aguarunas. Época del virreinato sobresalen Clarinda con el "Discurso en loor de la poesía" y Amarilis con "Epístolas a Belardo"; constituyendo las voces mas destacadas y misteriosas de la etapa virreinal. Época de la República se divide en dos acápites: el Costumbrismo (Costumbristas y satíricas), y el período que va del Romanticismo al Modernismo. Poesía contemporánea: Vanguardismo, Postvanguardismo, Generación del 50, Generación del 60, Generación del 70. Auge actual: Años 80, Años 90, Años 2000.

González Vigil en otras antologías había recuperado del olvido a un grupo de escritoras del 50 (Julia Ferrer, Rosa Cerna, Sarina Helfgott), y hubiera sido muy oportuna la inclusión de las voces liberteñas de María Negrón Ugarte, Estrella Arroyo de Guedes y Mercedes Ibañez Rosazza; la piurana Elvira Castro de Quiroz; las cajamarquinas Gladys Benko y Nimia Morales; la huancaína Carolina Ocampo; y las limeñas Magdalena Chocano y Esther Castañeda. Desde luego, es nuestra modesta opinión.

Sin embargo, se trata de un panorama bastante completo y representativo de las poetas de nuestro país, en el cual se expone la capacidad de la mujer para abordar, con eficiencia y eficacia, la diversidad temática que le brindan sus capacidades humanas, obviando la condición de género y superando toda restricción que se haya tenido sobre las poesía escrita por ellas.

Termino esta apreciación concordando con lo que Ricardo González Vigil, sentencia en el prólogo en cuanto a las denominaciones “poeta” y “poetisa”, preferimos el valor unitario de la matriz griega, convencidos de la igualdad fundamental, entre mujeres y hombres, sobre todo en la capacidad creativa, en el que se sitúa la actividad poética. En definitiva, la palabra justa y democrática es poeta (“poeta”, en griego, significa ni más ni menos “creador”, “hacedor”). Hay que leerlo.

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