Después de 66 años de su aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) es un documento fundamental que enuncia principios básicos de interdependencia e indivisibilidad de hombres y mujeres, así como de igualdad y no discriminación.
El 10 de diciembre de 1948, en París, la DUDH fue adoptada por la ONU, recogiéndose en ella 30 artículos básicos sobre los derechos humanos, tomando como referencia la Carta de San Francisco de 1945. Posteriormente se han ido incorporando pactos internacionales, que conforman un protocolo de tratados, cuyo cumplimiento es obligatorio para los países firmantes.
La DUDH fue elaborada por representantes de 18 naciones, entre quienes estaban Eleanor Roosevelt de los Estados Unidos, René Cassin de Francia, Peng Chun Chang de China, Charles Malik del Líbano, Hernán Santa Cruz de Chile y John Peters Humphrey de Canadá. Fue aprobada por 48 de los entonces 58 estados miembros de la ONU, con algunas abstenciones.
La DUDH es un instrumento que busca la construcción de una sociedad justa, armoniosa y solidaria, en la que no haya necesidad de recurrir al supremo recurso de la rebelión, en caso de una situación extrema, sea de tiranía u opresión.
Asimismo, se condenan la esclavitud y la tortura en todas sus formas, y se recogen derechos de pensamiento, de conciencia, de religión y de libertades políticas, y también se promueven los derechos económicos, sociales y culturales; es decir, se busca que las personas tengan un nivel de vida adecuado, con salud, bienestar, alimentación, vivienda, vestido, asistencia médica, educación y trabajo.
A raíz de un proceso de diálogo entre diversas organizaciones ciudadanas de todo el mundo, se aprobó en 2007, en el marco del Foro Universal de las Culturas realizado en Monterrey, la Declaración Universal de los Derechos Emergentes, que suponen una concepción más moderna y participativa, dando voz a las organizaciones de la sociedad civil frente a los retos sociales y tecnológicos que plantea la globalización.
Si bien la DUDH no es un documento obligatorio y vinculante (como sí lo son los tratados), ha servido para modificaciones constitucionales en muchos países del mundo, y sus estipulaciones constituyen derecho internacional consuetudinario, siendo además el documento traducido a más idiomas del planeta.
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