Febrero, para el Perú y Trujillo en especial, es un mes de significativas efemérides religiosas y profanas; que permiten a los pobladores de las tres regiones climáticas, expresar sus variadas manifestaciones culturales y artísticas, mediante la danza y la música, en una suerte de reivindicación de su patrimonio y mestizaje.
El Carnaval, es una de ellas e incorpora aspectos muy singulares de celebración pagana, que van desde los actos y preparativos en la Coronación del Rey Momo al desfile por las calles de las típicas comparsas y sus reinas, luciendo coloridos atuendos de la escena nacional y con personajes embadurnados con polvos y cremas, reflejo del natural jolgorio y de una actuación burlesca de pintoresco estilo lugareño.
Los pobladores y turistas, participan de estas actividades, degustando exquisitos manjares y las simpáticas coreografías del palo cilulo (cortamonte, yunza o umisha), con sus regalos y excentricidades.
En Trujillo, esto se aprecia en la organización de eventos por las colonias de residentes, donde el agua, las serpentinas, las rimas y los globos, son los componentes imprescindibles del sentir popular y la sana diversión.
A su vez, nuestra ciudad no escapa, al Programa celebratorio del Pisco Sour (preparado de pisco, jugo de limón, hielo, amargo de angostura, canela, clara batida y canela), con sendas promociones por diversas instituciones de la industria turística; las cuales combinan el aroma y sabor de la bebida peruana, con la degustación de platos criollos (cuy, pato y pescado), la presentación de estampas folclóricas de la región liberteña, entre ellas: La marinera y el tondero en Patio de la UNT, realizado el 1 de febrero.
Finalmente, la Fiesta de San Valentín, rememora las circunstancias del terremoto predicho por San Francisco Solano en l,603 y ocurrido el 14 de febrero de l,619; funesto y calamitoso, según el relato del cronista Miguel Feijoo de Sosa en su obra “Relación descriptiva de la ciudad y provincia de Trujillo” (1763) y que coincidiendo con el martirologio del Santo Patrón Romano del año 269, cuyo Cabildo acordó - luego de la reconstrucción de la ciudad y reedificación del templo catedralicio - declararlo su Patrono y Abogado en 1,627.
El 12 de enero de l,719, se proponen varias actividades en muestra de devoción y gratitud, entre novenarios y platicas piadosas por los vecinos. En 1,984, esta tradición nuevamente y por acción de los integrantes de algunas instituciones, se concretó con la programación de verbenas y ferias distritales; las que continúan con la asistencia de los trujillanos y la entonación del Himno correspondiente.
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