lunes, 18 de marzo de 2013

Comunicándonos

Por: Jaime Lértora

La comunicación puede definirse como el intercambio de ideas, sentimientos, emociones y pensamientos. Es un proceso que se da entre quien habla y quien escucha, sea con uno mismo (intrapersonal), con otro (interpersonal) o muchos (hablar en público). Es sabido que nuestra comunicación es mayormente no verbal: menos de 10% de nuestra comunicación es verbal: lo que decimos, el resto, es decir el 90%, es comunicación no verbal: el cómo lo decimos.
Para muchos resulta complicado el hacerse entender y esto se debe en gran medida al poco desarrollo expresivo, al poco o pobre uso del cuerpo y de la voz para expresar. De allí la importancia en desarrollar habilidades comunicativas que nos permitan maximizar el uso de nuestro lenguaje corporal: gestos, ademanes, postura, distancia; de nuestra capacidad de escuchar activamente: atención, empatía, silencio; de nuestro manejo vocal: volumen, tonos, pronunciación, velocidad.
Todo nuestro ser comunica: voz y cuerpo están permanentemente mandando mensajes y, querámoslo o no, esos mensajes no pasan desapercibidos. Importa mucho, entonces, tener idea de en qué nivel están y de cuánto control tenemos sobre estos elementos, a fin de trabajar en su mejoría para así poder utilizarlos de manera efectiva en nuestra comunicación con los demás.
Son muchos los elementos que hacen que nuestra comunicación, me refiero a la comunicación oral, sea o no entendida por el que nos escucha. Siendo la razón primera del ejercicio de comunicar el de hacernos entender, señalaré en esta columna el que me parece debe preocuparnos en primera instancia: la comunicación con el otro, lo que también puede llamarse empatía.
Quizás la forma más sencilla de comunicar con empatía sea la de prestar real y sincera atención a los demás, se trate de uno o de muchos. Me refiero a la actitud consciente de la presencia del otro para poder reconocer y, sobre todo, comprender y valorar sus sentimientos.
Este sentir verdadero interés por el otro será el gatillo que dispare nuestra expresividad, la que será reconocida con quienes interactuamos. La verán en nuestro rostro, en nuestra postura, en nuestro lenguaje corporal y la escucharán en nuestra voz, en la calidad de nuestro hablar: animoso, considerado y respetuoso. Se trata, en suma, de comunicar a partir de nosotros mismos, pero también de hacerlo cada vez de mejor manera.

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