Por: Efrén Gamarra Soles
egasoles@hotmail.com
Sobre el espinazo de la cordillera
la riqueza exhala aromas de muerte
fornidos soldados
blindados en verde
corren impetuosos tras los campesinos
con balas
con bombas
con fuego y metralla
tiñendo de sangre la tierra sagrada.
Fusionado el oro con la Pacha Mama
en sueño infinito durmió por milenios
cual niño pequeño que emana inocencia
y enerva codicias.
En liturgia insana
hombres vehementes de pieles extrañas
llegaron un día
mostraron papeles turgentes diciendo
esto es mío
eso es mío y aquello también.
Con máquinas infernales
dinamita
mercurio y cianuro a discreción
mataron los ríos y al pájaro enhiesto
cortaron los frutos y al verde celeste
sembraron mortajas y tuberculosos
secaron lagunas
puquios
humedales
y los riachuelos fueron fusilados.
A balazo limpio arrasaron pueblos
borraron los mapas
izaron el caos.
Cortaron al norte
vejaron al sur
violaron al este
y al oeste insigne ahogaron en negro.
El aroma a campo se fue para siempre
¡no más la armonía!
¡no más la ilusión!
Fieros comandantes
vigilan celosos la danza del oro
devotos fervientes de la expoliación.
Las entrañas puras de la Pacha Mama
lucen calcinadas
expuestas
al sol.
¡Nunca más su néctar se hará siempre verde!
¡nunca más su vientre cantará al amor!
¡nunca más la vida besará a la vida!
¡nunca más!
...
Relaves eternos matarán por siempre
la flor del retoño.
El primer ministro sostiene
esto es bueno
y los corifeos repiten lo mismo
por los verde olivo razonan sus balas.
La miseria se solaza por doquier
en la opulencia minera
con decretos y con leyes traicionando nuestra patria.
Pulmones con silicosis y niños cretinizados
consumidos en martirio
injusticias en las cortes crepitando a borbotones
en cada lingote de oro desterrada al nunca más
como riqueza activada
que sólo infortunios deja.
¡Agua sí! ¡Oro no!
gritamos los comuneros.
¡Agua sí! ¡Oro no!
enarbolamos cual llamarada infinita
defendiendo la virginidad de nuestras aguas.
Y nos calumniaron
y nos aporrearon
y nos persiguieron
y nos proscribieron.
Y en el fin del mundo
nos dieron alcance.
Con palos y cepos nos masacraron
y Resistimos
con fuego y picana nos torturaron
y Resistimos
con plomo y con bombas nos descuartizaron
y Resistimos
y aún después de muertos seguiremos arengando
con nuestras gargantas muertas:
¡No maten nuestras lagunas!
¡El agua es vida! ¡El oro es muerte!
Efrén Gamarra Soles,
Trujillo, Perú, 10.12.2011
egasoles@hotmail.com
Sobre el espinazo de la cordillera
la riqueza exhala aromas de muerte
fornidos soldados
blindados en verde
corren impetuosos tras los campesinos
con balas
con bombas
con fuego y metralla
tiñendo de sangre la tierra sagrada.
Fusionado el oro con la Pacha Mama
en sueño infinito durmió por milenios
cual niño pequeño que emana inocencia
y enerva codicias.
En liturgia insana
hombres vehementes de pieles extrañas
llegaron un día
mostraron papeles turgentes diciendo
esto es mío
eso es mío y aquello también.
Con máquinas infernales
dinamita
mercurio y cianuro a discreción
mataron los ríos y al pájaro enhiesto
cortaron los frutos y al verde celeste
sembraron mortajas y tuberculosos
secaron lagunas
puquios
humedales
y los riachuelos fueron fusilados.
A balazo limpio arrasaron pueblos
borraron los mapas
izaron el caos.
Cortaron al norte
vejaron al sur
violaron al este
y al oeste insigne ahogaron en negro.
El aroma a campo se fue para siempre
¡no más la armonía!
¡no más la ilusión!
Fieros comandantes
vigilan celosos la danza del oro
devotos fervientes de la expoliación.
Las entrañas puras de la Pacha Mama
lucen calcinadas
expuestas
al sol.
¡Nunca más su néctar se hará siempre verde!
¡nunca más su vientre cantará al amor!
¡nunca más la vida besará a la vida!
¡nunca más!
...
Relaves eternos matarán por siempre
la flor del retoño.
El primer ministro sostiene
esto es bueno
y los corifeos repiten lo mismo
por los verde olivo razonan sus balas.
La miseria se solaza por doquier
en la opulencia minera
con decretos y con leyes traicionando nuestra patria.
Pulmones con silicosis y niños cretinizados
consumidos en martirio
injusticias en las cortes crepitando a borbotones
en cada lingote de oro desterrada al nunca más
como riqueza activada
que sólo infortunios deja.
¡Agua sí! ¡Oro no!
gritamos los comuneros.
¡Agua sí! ¡Oro no!
enarbolamos cual llamarada infinita
defendiendo la virginidad de nuestras aguas.
Y nos calumniaron
y nos aporrearon
y nos persiguieron
y nos proscribieron.
Y en el fin del mundo
nos dieron alcance.
Con palos y cepos nos masacraron
y Resistimos
con fuego y picana nos torturaron
y Resistimos
con plomo y con bombas nos descuartizaron
y Resistimos
y aún después de muertos seguiremos arengando
con nuestras gargantas muertas:
¡No maten nuestras lagunas!
¡El agua es vida! ¡El oro es muerte!
Efrén Gamarra Soles,
Trujillo, Perú, 10.12.2011
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