(Por: Alfredo Estrada Zavaleta)
Enrique VIII, Isabel I y Jacobo I Estuardo, son los artífices de la transformación de Inglaterra y la afirmación de su estratégica presencia mundial desde el siglo XVI; ya a partir de ciertas políticas como: La suscripción del Acta de Supremacía (ruptura con Roma), la expansión marítima y la progresiva unificación con el Reino de Escocia. Tal escenario, puede haber sido muy propicio para la producción literaria de William Shakespeare, a través de sus comedias y tragedias; que insinúan de alguna manera, la coincidencia figurativa de acontecimientos tan distantes en el tiempo, pero definitivos en la existencia de los Estados y sus protagonistas.
Shakespeare de este modo, describe en “Julio Cesar”, el contenido de intrigas y conspiraciones urdidas por ciertos políticos y sus ingenuos colaboradores, para salvar al Pueblo de aquellos dictadores, sumidos en la vanidad y la permanencia en el Poder, cuando dicha situación afecta los intereses y conveniencia de los primeros. Roma, la Ciudad Estado, brillo en sus tres etapas: Reino, República e Imperio; más, son conocidos los famosos Triunviratos, integrados por militares y que a la postre concluyeron en las batallas de Farsalia (Cesar y Pompeyo Magno), Filipos y Accio.
Sin embargo, merece un análisis especial el Discurso de Marco Antonio, posterior a la muerte de Julio César, revirtiendo la justificación política y social de Marco Junio Bruto. Este, versa sobre la trayectoria de Cesar en la Galias y Egipto, el estratega generoso con su Pueblo en la expansión de Roma y sacrificado en pos de una supuesta honestidad, formada en el clamor de las masas. La orientación de la opinión publica, manejada en sus radicales emociones de rechazo e identificación con Cesar; el duelo compartido del orador y sus ocasionales seguidores, que se expresa en multitudinario llanto y congoja por el extinto líder.
Finalmente, la gran misión de Antonio de proseguir con los ideales de Julio César y la oportunidad de crear las condiciones necesarias para que Octavio, conduzca los destinos de Roma, durante el celebre periodo de Augusto.
Hoy advertimos algo similar en las corrientes políticas y en el vaivén de sus gestores; que plantean soluciones y confunden al Pueblo, en los distintos planos del Poder.
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