viernes, 30 de marzo de 2012

ANÉCDOTAS HISTÓRICAS: VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE “EL ASILADO SILENCIOSO”

Escribe: Luis Alva Castro

El 23 de marzo de 1954, en Bogotá, los plenipotenciarios de Perú y Colombia, Hernán Bellido, David Aguilar Cornejo, Alberto Zuleta y Carlos Sanz de Santamaría, entregaron a la prensa un comunicado del acuerdo al filo de la media noche precedente, sobre Víctor Raúl Haya de la Torre, asilado en la Embajada de Colombia en Lima por más de 5 años.
Alberto Lleras Camargo, ex presidente de Colombia me decía “Colombia toda, no vaciló en apoyar permanentemente a Don Víctor Raúl Haya de la Torre y al derecho de asilo”, “Haya de la Torre soportó el encarcelamiento en nuestra Embajada con singular entereza. El caso del asilo se convirtió en causa nacional. Los liberales no estábamos en el gobierno, pero nuestra posición fue de respaldo permanente”.
Los comisionados informaron que en espíritu de amistad y de respeto recíprocos celebraron un convenio que en acatamiento al fallo de la Corte Internacional de Justicia y siguiendo sus recomendaciones, soluciona satisfactoriamente la situación existente.
Carlos Sanz de Santamaría, me relató: “Puse como condición que los directores del Partido (Liberal) autorizaran mi actuación lo que fue fácil de obtener. Además solicité la previa autorización para consultar todo movimiento, estudio o propuesta, con los doctores Eduardo Santos y Alfonso López Pumarejo (ex presidentes de Colombia, muy amigos de Víctor Raúl).Tanto el General Rojas Pinilla como el doctor Sourdís aceptaron esa condición de inmediato.
Las instrucciones eran claras: buscar por todos los medios una solución política que tenga en cuenta el propósito de Colombia: sacar del Perú libremente, al asilado silencioso, sano y salvo. El 5 de Marzo, se iniciaron los primeros contactos para llegar al fondo del problema.
Las negociaciones fueron complejas sumamente difíciles, se plantearon muchas fórmulas. El episodio me lo relató don Carlos Sanz de Santamaría, “lo que se trataba era salvar la vida de un hombre importantísimo de América que nosotros admirábamos. Porque realmente su vida estaba en peligro, lo iban a matar. El haber salvado la vida a Víctor Raúl fue la meta de todas las negociaciones y es el triunfo de Colombia.”
A las cinco de la tarde del 6 de abril de 1954, José Joaquín Gori recibe al decano del Cuerpo Diplomático Latinoamericano acreditado en Lima, Eugenio Martínez Theday, Embajador del Uruguay y a su colega de Panamá Raúl de Roux para que lo secunden en difícil misión. A las cinco y media del mismo día, Alejandro Freundt Rosell, ministro de justicia peruano, ingresó a la Embajada para dar cumplimiento a las últimas formalidades.
Haya de la Torre se despidió de los humildísimos mayordomos peruanos Melquiades Chávarry y Gonzalo Roncal que lo asistieron todo un lustro en su asilo, entró luego al salón dorado de la embajada, se detuvo frente a la bandera de Colombia y la besó. Los Gori fueron recibiendo el abrazo de despedida. Gori quien sufrió lo peor del asilo me dijo: ¡Me estremezco al recordarlo!
“Alzó en sus brazos a mi hijo Ricardo, acarició a los niños, tomó con nosotros unos sorbos de champaña y sin decir palabra se dirigió a la puerta, se esforzaba por reprimir la emoción”
Con Freundt Rosell y los embajadores de Uruguay y Panamá, Haya de la Torre, abandonó la Embajada seguidos de cerca del Director de Gobierno Alejandro Esparza Zañartu y agentes del Estado, brutales perseguidores de muchos compañeros apristas durante esos años.
Subió al avión, a su lado un detective tenía la misión de asegurar que cruzara la frontera. A esta formalidad, innecesaria, se añadía en esos momentos una postrera mezquindad de Odría. Al tiempo que Haya de la Torre salía del país lanzaba un decreto supremo que lo declaraba indigno de la nacionalidad peruana y se la quitaba.
México D.F. fue la primera ciudad del exilio, al abrir la portezuela de la aeronave, miles de personas vivaban al Apra y a su fundador. Al grito aprista de ¡Víctor Raúl!, fue recibido por una enorme multitud de estudiantes, obreros e intelectuales. Periodistas de 54 emisoras de radio y canales de televisión reciben al ilustre indoamericano, quien después de 25 años vuelve a pisar tierra mexicana. Sus primeras palabras fueron. Siento profunda emoción al llegar a México, este país es el campeón de la democracia y de la libertad. ¡VIVA MEXICO!
Haya de la Torre venció, salió robustecido de la Embajada triunfante del asilo y símbolo de los derechos humanos.
La Corte Internacional consideró que el gobierno del Perú no ha probado que los actos de los cuales el asilado fue acusado constituyan delitos comunes.
La Corte de la Haya absolvió a Víctor Raúl (a él y a su partido) de los cargos calumniosos de delincuencia común.
El Embajador peruano Felipe Barreda y Laos en carta abierta al General Odría le dijo: “Ha sucedido lo que fatalmente tenía que suceder. La intransigencia e impolítica actitud ha tenido este paradójico epilogo: que el señor Haya de la Torre, a quien se quiso descalificar exhibiéndolo como delincuente común, ha recibido un veredicto de inmunidad; una carta limpia de culpas criminales; una ejecutoria de puritanismo político, que no tenemos ni usted ni yo, ni ningún ciudadano peruano, expedida por el más alto tribunal de justicia del mundo”.
HAYA DE LA TORRE puso un telegrama al doctor José Joaquín Gori, que decía simplemente, en nombre de esa famosa pieza de Shakespeare: “Todo lo que termina bien, está bien”.

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