Por: Isabel Barrantes Zurita
isarrobles@yahoo.es
Familia viene de la voz latina fames que significa hambre. La familia debe satisfacer con el alimento necesario al cuerpo y al espíritu de cada una de las personas. La familia es el lugarcito sea grande o pequeño, lleno de modernidad o sencillo, esté en la ciudad o en la jalca, tenga dinero o haga milagros cotidianos, sea de un blanco, de un indio o de un negro, es el rinconcito donde nos vamos haciendo ciudadanos o ciudadanas con valores y capacidades desarrolladas para ser felices. Es nuestra primera escuelita, con ventanas abiertas y puerta al sol para que entre desde muy temprano a calentar el fogón de las mieses, de las ilusiones primeras. Allí es donde se siembra la alegría o la tristeza, el canto y el silencio, la esperanza o la duda, la seguridad o la inseguridad que nos hará infelices. Cómo quisiéramos que el Gobierno Regional eche a andar ese Plan Regional de Apoyo a la Familia “2004-2011 que se dio por DS No.005-2004 MIMDES, publicado en el diario Oficial El Peruano el 15 de setiembre del 2004. Cómo quisiéramos verlo trajinar a él y a sus asesores, que son muchos, por conseguir un presupuesto digno y alegrarse con esa alegría electoral del “Tren Nor Andino para Cajamarca”. Cuándo se entenderá que si se apoya el desarrollo integral de la familia vendrán con facilidad las otras obras que tantos réditos les dan a nuestras autoridades. Mas, nosotras, las familias de los distintos sectores sociales también tenemos rabo de paja. NO estamos cuidando el desarrollo integral de nuestra familia, estamos echando por la borda sus valores. Los valores no se leen, no se los trabaja en talleres, simplemente se los practica con ese amor que alimenta y nutre la salud física, psicológica, ambiental y social de nuestros hijos. El padre y la madre somos los primeros educadores y tantas veces no estamos capacitados para esta maravillosa tarea. Metemos la pata a cada rato y después nos estamos quejando de los altos índices de pandillaje juvenil, de violencia en las calles, de robos, secuestros y muerte. El Perú es uno de los países sudamericanos con el más alto índice de violencia familiar. El 70% de los crímenes denunciados son de mujeres golpeadas por sus maridos. En el hospital Materno de Lima, el 90% de las madres entre 12 y 16 años han sido violadas por su padre, su padrastro o algún otro familiar. Es alarmante la prostitución infantil y el índice de suicidios o intento de ello en Cajamarca. Son demasiados los hijos e hijas que ya no quieren estar en la familia, sino salir de ella, como sea. El Estado podrá olvidarse de nosotros, pero los padres y las madres que amamos a nuestros hijos, que luchamos por ellos sin descanso, no podemos permanecer con los brazos cruzados. Retomemos nuestro rol de verdaderos educadores, volvamos, con humildad, con disciplina verdadera a sembrar en ellos los valores que le hacen falta a nuestra sociedad injusta. Hagamos germinar en esas células primeras y vitales la equidad entre hombres y mujeres. La tarea es ahora muy difícil, lo sabemos, pero no imposible. Hagamos lo que nos corresponde como padres y madres y sentiremos que esta sociedad hará brotar luego autoridades de a de veras, que se preocupen y luchen por la auténtica democracia, justicia y equidad social. Hagamos que nuestros hijos se sienten seguros y capaces de crear caminos por donde andar con paso firme, corazón anhelante y pensamiento claro.
No quisiera dejar pasar en este escrito, la honda pena por la partida sin retorno de uno de nuestros genios poéticos Don MARCO ANTONIO CORCUERA DIAZ, 1917-2009. Se ha ido despacito, fue preparando su partida ya desde hace algunos años en que la vida le impidió movilizarse y andar por sus cerros, pampas, valles, por su mar de Huanchaco cantando sus versos a viva voz. Se había apoderado el silencio de su ser, pero a pesar de esto él había inventado el lenguaje extraordinario para comunicarse como sea, con la mujer de su costado abierto, con sus hijos, con los amigos, con los grandes y pequeños de la poesía. En su corazón versador de la vida y la creación desde la cuna, cabían todos y al salir de él, salían contentos, llevándose entre los pensamientos y el alma esa copla decidora del Ande por sobre todo lo demás. Pareciera aún escucharle recitar con su memoria prodigiosa: Subir el Ande / a perseguir vizcachas y venados, / en la tibia alegría del verano / con el alma del Ande en las entrañas, / entre el dulce fermento de la sangre / y el apretado hervor de la palabra.
Cajamarca, 14 de setiembre del 2009
isarrobles@yahoo.es
Familia viene de la voz latina fames que significa hambre. La familia debe satisfacer con el alimento necesario al cuerpo y al espíritu de cada una de las personas. La familia es el lugarcito sea grande o pequeño, lleno de modernidad o sencillo, esté en la ciudad o en la jalca, tenga dinero o haga milagros cotidianos, sea de un blanco, de un indio o de un negro, es el rinconcito donde nos vamos haciendo ciudadanos o ciudadanas con valores y capacidades desarrolladas para ser felices. Es nuestra primera escuelita, con ventanas abiertas y puerta al sol para que entre desde muy temprano a calentar el fogón de las mieses, de las ilusiones primeras. Allí es donde se siembra la alegría o la tristeza, el canto y el silencio, la esperanza o la duda, la seguridad o la inseguridad que nos hará infelices. Cómo quisiéramos que el Gobierno Regional eche a andar ese Plan Regional de Apoyo a la Familia “2004-2011 que se dio por DS No.005-2004 MIMDES, publicado en el diario Oficial El Peruano el 15 de setiembre del 2004. Cómo quisiéramos verlo trajinar a él y a sus asesores, que son muchos, por conseguir un presupuesto digno y alegrarse con esa alegría electoral del “Tren Nor Andino para Cajamarca”. Cuándo se entenderá que si se apoya el desarrollo integral de la familia vendrán con facilidad las otras obras que tantos réditos les dan a nuestras autoridades. Mas, nosotras, las familias de los distintos sectores sociales también tenemos rabo de paja. NO estamos cuidando el desarrollo integral de nuestra familia, estamos echando por la borda sus valores. Los valores no se leen, no se los trabaja en talleres, simplemente se los practica con ese amor que alimenta y nutre la salud física, psicológica, ambiental y social de nuestros hijos. El padre y la madre somos los primeros educadores y tantas veces no estamos capacitados para esta maravillosa tarea. Metemos la pata a cada rato y después nos estamos quejando de los altos índices de pandillaje juvenil, de violencia en las calles, de robos, secuestros y muerte. El Perú es uno de los países sudamericanos con el más alto índice de violencia familiar. El 70% de los crímenes denunciados son de mujeres golpeadas por sus maridos. En el hospital Materno de Lima, el 90% de las madres entre 12 y 16 años han sido violadas por su padre, su padrastro o algún otro familiar. Es alarmante la prostitución infantil y el índice de suicidios o intento de ello en Cajamarca. Son demasiados los hijos e hijas que ya no quieren estar en la familia, sino salir de ella, como sea. El Estado podrá olvidarse de nosotros, pero los padres y las madres que amamos a nuestros hijos, que luchamos por ellos sin descanso, no podemos permanecer con los brazos cruzados. Retomemos nuestro rol de verdaderos educadores, volvamos, con humildad, con disciplina verdadera a sembrar en ellos los valores que le hacen falta a nuestra sociedad injusta. Hagamos germinar en esas células primeras y vitales la equidad entre hombres y mujeres. La tarea es ahora muy difícil, lo sabemos, pero no imposible. Hagamos lo que nos corresponde como padres y madres y sentiremos que esta sociedad hará brotar luego autoridades de a de veras, que se preocupen y luchen por la auténtica democracia, justicia y equidad social. Hagamos que nuestros hijos se sienten seguros y capaces de crear caminos por donde andar con paso firme, corazón anhelante y pensamiento claro.
No quisiera dejar pasar en este escrito, la honda pena por la partida sin retorno de uno de nuestros genios poéticos Don MARCO ANTONIO CORCUERA DIAZ, 1917-2009. Se ha ido despacito, fue preparando su partida ya desde hace algunos años en que la vida le impidió movilizarse y andar por sus cerros, pampas, valles, por su mar de Huanchaco cantando sus versos a viva voz. Se había apoderado el silencio de su ser, pero a pesar de esto él había inventado el lenguaje extraordinario para comunicarse como sea, con la mujer de su costado abierto, con sus hijos, con los amigos, con los grandes y pequeños de la poesía. En su corazón versador de la vida y la creación desde la cuna, cabían todos y al salir de él, salían contentos, llevándose entre los pensamientos y el alma esa copla decidora del Ande por sobre todo lo demás. Pareciera aún escucharle recitar con su memoria prodigiosa: Subir el Ande / a perseguir vizcachas y venados, / en la tibia alegría del verano / con el alma del Ande en las entrañas, / entre el dulce fermento de la sangre / y el apretado hervor de la palabra.
Cajamarca, 14 de setiembre del 2009
0 comentarios:
Publicar un comentario