jueves, 29 de noviembre de 2012

La loca de España

Por: Eduardo González Viaña

La llaman “La loca del Rinconín”. Es la mujer más triste que he visto en mi vida. Está de pie en la playa de Gijón, Asturias, y mira el horizonte. Trata de ubicar allí los recuerdos de su hijo que se fuera de España hace ya tiempo en busca de mejores oportunidades o quizá tan sólo de algunas ilusiones.

Dos estatuas perpetúan en el mundo la historia de los migrantes durante el siglo XX. Una es la estatua de la libertad en Nueva York que, de acuerdo con el poema, ofrece amparo y sueños a quienes todo eso han perdido. En nuestros días, con una muralla en la frontera y con leyes racistas en diferentes estados, esas palabras parecieran estar siendo borradas.

La otra es ésta de Asturias. En el idioma de esa región española, se llama “lloca” (loca) a una escultura colocada en la bahía de Gijón en 1970 para simbolizar a las madres que esperan al hijo ausente. 

La loca está y no está. Aunque su cuerpo de bronce sigue plantado en España, su alma y sus sueños vagan por tierras extranjeras. Acaso piensa en las dos monedas de oro- toda su fortuna- que cosió en el abrigo azul del viajero, y sabe que si aquél tiene dificultades acaso las solucionará con ellas.

Recuerdo a la loca porque estoy leyendo noticias de España. De acuerdo con ellas, la caída actual de la población es la mayor en cuarenta años. Hacia la mitad del siglo, se empequeñecerá de manera abismal.

La primera causa de la reducción de los nacimientos se encuentra en el descenso del efectivo de mujeres en edad fértil, causado por la crisis de natalidad de los años 80 y principios de los 90. Sin embargo, es evidente que la brutal crisis económica está enviando a los jóvenes a ultramar.

Responde de ello la parálisis del mercado nacional cuya sangría en el empleo no se ha detenido.

Añaden las previsiones que la tasa de dependencia se elevará hasta el 58% en diez años y alcanzará a situarse en el 99,50%. Así, en 2022 habrá diez personas en edad de trabajar por seis parcialmente inactivas, es decir, de menos de 16 años o más de 64. El dato se dispara en 2052 con una persona en edad de trabajar por otra que no estaría.

Las previsiones más pesimistas afectan a Galicia, Castilla y León, Asturias, País Vasco, Aragón, Extremadura, Cantabria y La Rioja, donde el número de fallecimientos pronto superará al de nacimientos.

Conozco Asturias y viajo en estos días para Oviedo, su capital.He ofrecido clases en su universidad en 2006 y 2008, y ahora me invitan a dar una charla. En la milenaria ciudad, conocí a Woody Allen quien es ciudadano de honor y premio Príncipe de Asturias. Nos vimos en la calle de las Milicias Nacionales donde tiene un monumento. Me acerqué a saludarlo. Por su parte, creyendo que yo le iba a pedir un autógrafo y para fingir modestia, me dijo: “Asturiano, yo te lo pido. Fírmame aquí”. “Disculpe”, le respondí, “no le puedo firmar ese papel porque mi editor me lo ha prohibido.”

Recuerdo que este profeta del pesimismo dijo una vez que: “la humanidad se encuentra ante una encrucijada. Una senda lleva hacia la desesperación; la otra hacia la extinción total. Recemos para que tengamos la cordura de escoger correctamente.”

Y sin embargo, estábamos en Oviedo. En su territorio, trescientos locos asturianos comandados por el rey Pelayo detuvieron a pedradas a un ejército de miles de árabes que, debido a ello, no pudieron llegar al extremo norte de la península. Gracias a ellos, en la batalla de Covadonga, se salvó España y se comenzó la tarea larga pero triunfal de la Reconquista. España no está perdida.

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