Escrito por Roberto Bustamante
Fecha de publicación: 19 Jan, 2010
Palabras clave: apra, haya de la torre, historia, nelson manrique
Tomado de: http://www.elmorsa.pe/2010/01/19/heraclio-bonilla-sobre-usted-fue-aprista
Entrada de Víctor Raúl Haya de la Torre a Cajamarca, 1931. Fuente: Cajamarca Opina
Heraclio Bonilla, historiador y antropólogo peruano, ha escrito reciéntemente una crítica/comentario al libro de Nelson Manrique, Usted fue aprista. Apareció editado en el Diario La Primera, pero también ha estado circulando la versión completa en PDF, que puede verse en Scribd. Reproduzco algunos párrafos, y recomiendo su lectura completa.
“Lo que busca demostrar el autor es la tesis anunciada en el umbral libro y qe se reitera una y otra vez a lo largo del mismo, es decir que: “Para mediados del siglo XX las fuerzas sociales y políticas más importantes de la sociedad peruana demandaban cambios radicales que permitieran al país abrirse a la modernidad. Existía el partido que podía encabezar la revolución antioligárquica, debido a su legitimidad, su envergadura nacional, su arraigo popular y su ideario antioligárquico y antiimperialista: el Apra. Pero el viraje ideológico del partido político de mayor arraigo popular de la historia peruana cerró el paso a la revolución antioligárquica que demandaban vastos sectores sociales” (p. 22). El conjunto del libro está destinado a reunir las evidencias de esos virajes, conformados por versiones de entrevistas entre Haya de la Torre y diplomáticos estatadounidenses, escritos de disidentes como los del Mayor Víctor Villanueva, Laureano Carnero Checa, Héctor Cordero, Luis De la Puente, Alberto Hidalgo, Ricardo Luna Vargas, Roger Mercado, y cuyos textos no podían sino decir aquello que el autor deseaba encontrar. No obstante, ¿es legítimo proclamar que sólo el Apra condenó las chances del Perú, una versión opuesta al conocido y abandonado acrónimo del partido?. Parece poco probable, porque las multitudes invocadas sólo estaban en la imaginación de sus gentes, porque la obsesiva centralización del poder ejercida por su líder impedía una coordinación mínima de sus actividades. Además los regímenes oligárquicos que se suceden entre el asesinato de Sánchez Cerro y la lacónica despedida del segundo gobierno de Manuel Prado, cobijaron muchas diferencias entre ellos, lo que implica un análisis más preciso de sus políticas frente al Apra, así como la respuesta de éste frente a ellas.
El APRA corrió sola con esa responsabilidad, además, porque el otro agente potencial de cambio, el partido creado por Mariátegui, a la muerte del Amauta y bajo el control de Eudocio Ravines fue una inútil burocracia al servicio del Comintern. La impotencia de los partidos y de los civiles para cambiar la situación de inequidad, hizo que fueran los militares, cansados de ser los “perros guardianes de la oligarquía”, en el tosco lenguaje del general Velasco Alvarado, quienes en adelante llevaran en vilo la promesa de la liberación y de la revolución. El argumento de Nelson Manrique, expresado en un macizo libro de 439 páginas, constituye de ese modo el epitafio de una pesada lápida que entierra la tragedia de un jefe y de su partido, difícil de ser levantada por sus actuales protagonistas, para quienes el pasado del APRA o no les interesa o les fue sistemáticamente camuflada o tergiversada. [...]
Finalmente, dos acotaciones últimas. Manrique sabe muy bien que el análisis de un partido o de una formación política no puede limitarse a la historia de sus dirigentes y de sus programas y manifiestos, por importantes que estos sean, sino que se requiere una investigación cuidadosa y exhaustiva de sus bases, de sus militantes, y en ese sentido, parafraseando a Julio Cotler, lo que aún se requiere más que una historia del Jefe es una auténtica antropología política del aprismo, como la iniciada hace algún tiempo por Imelda Vega-Centeno, porque sólo así se puede llegar a una comprensión más profunda del Apra y sus avatares. En ese contexto sería deseable igualmente un estudio sobre la construcción de la identidad aprista, proceso en el cual los espíritus y los mártires, pero también las CHAPs y las JAPs jugaron papeles decisivos. No es menos importante, el análisis del “Alanismo” y su encuadramiento a la vez dentro del Partido como de sus bases de sustentación, como también el estudio profundo de las otras coordenadas que explican el desempeño del Apra: los militares y la iglesia. No es una simple coincidencia que el nacimiento del Apra tenga como instituciones símbolo: Chan-Chan y el Corazón de Jesús. La distancia que existe entre esos hechos y el beso de García al anillo del Cardenal Cipriani, y el apoyo aprista a levantamientos que allanaran su camino al gobierno, requiere también de un tratamiento que no se limite a la crónica de las intentonas, o a la mención de la disculpa pública ofrecida por Ramiro Prialé el 23 de mayo de 1958 por la impertinencia juvenil de Haya en agravio de la religiosidad peruana (p. 217). [...]
Más allá de las reticencias que inspira el ¡Usted fue Aprista! de Nelson Manrique, su lectura proporciona genuinas “bases” para seguir expandiendo el conocimiento sobre una coordenada fundamental de la política peruana, a la vez que se inscribe, como no podía ser de otra manera, en la mejor tradición de la investigación social que los años recientes parecían haber echado a las cavernas del olvido.” (Réquiem por el APRA, Heraclio Bonilla)
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