lunes, 22 de abril de 2013

La ironía es como el oxígeno

Por: Jorge Bruce


La ironía es un ingrediente esencial en un kit de supervivencia, especialmente en sociedades tan “sísmicas” como la peruana o la venezolana. Esta semana hemos visto a fujimoristas escandalizados con elecciones efectuadas en condiciones descaradamente desiguales, con un Estado que, para perpetuarse en el poder, recurre al copamiento de las instituciones y los medios de comunicación, corrupción, violencia y autoritarismo. Estos novísimos defensores de la democracia y los derechos humanos demostraron de manera impecable, con su hipocresía, la tesis de Eduardo Dargent acerca de los demócratas precarios, que lo son únicamente cuando les conviene.
Del otro lado del río las cosas no anduvieron mejor. Una serie de amigos míos de izquierda avalaron lo que a todas luces es una deriva autoritaria. No me refiero a la decisión de Unasur que, siendo discutible, es una opción diplomática y de realpolitik que pretende calmar las aguas hasta ver cómo se negocia una salida a esta situación tan peligrosa. Pienso en todos aquellos que, a menudo con toda razón, son duros críticos de los abusos del capitalismo que se salta las reglas del juego, pero hacen la vista gorda cuando estas mismas cabriolas las efectúan gobiernos como el de Maduro o la incalificable dictadura de los hermanos Castro en Cuba. País en el que muchos de ellos, si se permitieran enviar a algún medio de la isla –que jamás se los publicaría– una crítica al régimen que ha visto pasar a generaciones de cubanos, terminarían señalados por algún comité de vigilancia y acaso con sus huesos húmeros a la mala, pero en sentido literal.
En otra escala, el Presidente del Poder Judicial peruano se ofusca por una caricatura de Carlín en la que compara la situación venezolana con todos los poderes en manos del chavismo, con la peruana, en donde el partido aprista acapara cargos en diversas instancias del Poder Judicial, el CNM y el TC. En esa caricatura incluye a Mendoza, quien ha enviado una carta de apercibimiento y una amenaza al dibujante, a quien denunciaría si no se retracta. Lo que Mendoza no entiende es la función del humor, que actúa sobre la base del “como si”.
Hasta Fujimori permitía que Los Chistosos le tomen el pelo por dictador, comprendiendo que eso le hacía un favor, al suavizar su imagen, como esos ingredientes con nombres misteriosos en los detergentes. Si se siente ofendido, que aclare su no pertenencia al partido de la estrella, cuya omnipresencia e influencia en el PJ son de todos conocidas. En todo caso, que aclare lo que verdaderamente preocupa a la ciudadanía: ¿Hay o no copamiento del PJ por parte de un partido político –lo que los conocedores llaman las “tribus” del PJ- que logra denuncias archivadas y fallos favorables?
Latinoamérica es un continente en construcción y estas cosas seguirán pasando durante mucho tiempo, acaso siempre. No hay que bajar los brazos, pero para resistir y seguir bregando, viene bien una buena bocanada de esa facultad de la inteligencia humana que Maduro ni Capriles derrochan, y Enrique Mendoza parece desconocer.

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