miércoles, 9 de octubre de 2013

La grandeza de Grau

Miguel Grau Seminario, a los 9 años, por primera vez se hace a la mar en el bergantín mercante granadino "Tescua" pero desgraciadamente la embarcación naufraga en la isla colombiana de Gorgona y el aprendiz de marinero tiene que ser devuelto a su hogar. En 1844, niño todavía, Grau empieza a viajar en naves mercantes tomando plaza de aspirante a Grumete. 
Al cumplir 7 años de estar surcando el oceano, Grau había escalado diversos grados hasta llegar a piloto. Durante diez años viajó por diferentes partes del mundo en barcos distintos. El 14 de mayo de 1854, como guardia marina inicia su carrera en la Marina de Guerra del Perú, desempeñando diversos cargos hasta ocupar el comando del "Huáscar". 
Se casó el 12 de abril de 1867 con la dama limeña Dolores Cabero Núñez, con quien tuvo diez hijos. Vivió en la calle Lescano 172, cuyo inmueble completamente restaurado se conoce como la Casa Grau. Fue elegido Diputado por Paita, dejando momentáneamente el comando del Huáscar el 5 de junio de 1876. 
La gloria le alcanzó en la campaña naval iniciada el 16 de mayo y concluida cinco meses después, el 8 de octubre de 1879, campaña sin parangón en los anales de la historia marítima universal. Por Ley 23856 del 24 de mayo de 1984, el escenario de sus hazañas se denomina "Mar de Grau". 
Sus restos mortales yacen en la Cripta de los Héroes del Cementerio El Angel de Lima y en la Escuela Naval del Perú. 
EL HUÁSCAR 
EL INICIO DE LA GUERRA 
Al inicio de la guerra, la Escuadra peruana estaba prácticamente desmantelada en El Callao. Las calderas de la"Independencia" estaban en tierra y el "Huáscar" se encontraba desartillado. Chile preparó cuidadosamente durante 10 años la guerra contra el Perú y Bolivia, aquel país tenía un ejército muy bien organizado y disciplinado, basado en la estructura militar prusiana y en una fuerza naval respetable, aún para estándares europeos, organizada sobre la base de los parámetros de la marina británica. 
EL HUÁSCAR 
Sin duda la principal nave del Perú era el Huáscar, blindado de mar con espolón modelo Ericsson. Su construcción se inició a fines de 1864 en Liverpool. El blindado era tan maniobrable que podía dar un giro de 180 grados en apenas dos minutos. Para los estándares de esos tiempos, el Huáscar era una nave de guerra formidable, adquirida a un precio bastante razonable. 
Pero sobre la capacidad bélica del blindado, su comandante formuló al gabinete del presidente Prado la siguiente advertencia: "Señores, es preciso que no nos formemos ilusiones; el Huáscar es sin duda un buque muy fuerte, pero nunca podrá contrarrestar el poder de uno sólo de los blindados chilenos, pues estos tienen una coraza uniforme de nueve pulgadas y seis cañones de igual calibre que los del Huáscar (...) A pesar de todo el Huáscar cumplirá con su deber, aún cuando tenga la seguridad de su sacrificio". 
IQUIQUE 
El 25 de abril de 1879, veinte dias después de declarada la guerra, el Huáscar se hizo a la mar con una tripulación de 200 hombres. El blindado tuvo su primer enfrentamiento y durante los primeros treinta minutos se enfrentó solo contra los dos buques de guerra enemigos. La Esmeralda estaba dirigida por el capitán de fragata Arturo Prat y disponía de una tripulación de 200 hombres, número similar a la dotación del Huáscar. El combate entre ambas naves se prolongaría por más de tres horas. En esos momentos, en un supuesto abordaje, el capitán Prat con el sargento Aldea, cayeron sobre la cubierta del blindado siendo Prat muerto sobre esta cuando, al parecer, intentaba avanzar hacia la torre de mando. 
Un segundo supuesto abordaje por doce tripulantes hubo sobre la cubierta del blindado el cual resultó también infructuoso. Sólo recién al tercer impacto con el espolón la Esmeralda se partió y se hundió con el mástil al tope. El dramático combate concluyó a las 12:10 de la tarde. 
En total el Huáscar disparó cuarenta cañonazos. Los chilenos acusaron 135 muertos. Los peruanos perdieron un oficial y siete marineros resultaron heridos. 
De inmediato Grau, antes de avanzar hacia la otra nave chilena, la Covadonga, dispuso el salvamento de los 62 sobrevivientes chilenos, cuyo último comandante, el teniente Uríbe, agradeció el humanitario gesto del Almirante. La posterior correspondencia entre Grau y la viuda de Prat fue un ejemplo de profundad hermandad latinoamericana, a pesar de la crueldad de esa guerra.

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