jueves, 4 de diciembre de 2014

¿Críticos o constructores?

Por León Trhatemberg
Hay dos formas de perfilar las políticas de estado: una, ineficiente, por acción y reacción; otra, eficiente, por consenso. ¿En qué consiste la primera? El grupo político del gobierno de modo unilateral propone una reforma, la cual si es realmente importante producirá resistencias de los afectados. De ello aprovecharán los otros grupos políticos no oficialistas cuyos fines populistas se nutren al criticar al gobierno. Por su parte los expertos señalarán los inconvenientes de la propuesta, producto de su conocimiento, experiencia y visión de lo deseable. El gobierno dirá que los que se oponen o critican lo hacen por razones políticas o para mantener vigente su perfil, los descalificará diciendo que son críticos perennes, opinólogos, que defienden intereses particulares, que no se identifican con las necesidades de los pobres, etc. Sin embargo, en los hechos, el gobierno irá modificando su propuesta haciéndose eco de esas críticas y evidencias de debilidad de la propuesta. El resultado es una iniciativa parchada, con imprecisiones y contradicciones, e ineficiente.
¿En qué consiste la segunda? El gobierno pacta primero con los principales grupos políticos la reforma procurando que emerja de manera consensuada; hace la consulta anticipada a los expertos y produce una propuesta consensuada, y en lo posible, pacta con los otros grupos políticos su implementación en el largo plazo. De ese modo se desactivan los frentes políticos populistas y de expertos líderes de opinión que la resistirán, y en cambio, los suma en pro de la propuesta.
Para reformas de largo aliento como educación, justicia, salud, transporte o seguridad estos acuerdos podrían mejorar las propuestas, garantizar su respaldo técnico, político y financiero hasta su culminación. Sin embargo, el requisito es que el gobernante tenga la visión y capacidad de gestión propia de un estadista que piensa en el país más que en su parcela de poder y ganancia política partidaria. 
Estamos en el año pre campaña electoral 2016. Quizá la tarea de quienes se ven como candidatos a la presidencia sea planificar sus discursos y gestos no solo para agredir y diferenciarse de los otros candidatos, sino para preparar el terreno para esos diálogos que habrán de culminar en un pacto político. Ojalá lo tomen en cuenta, cuando menos para educación, justicia y seguridad.

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