Nos Escribe: Willy Quevedo
willyquevedotamayo@yahoo.com
Cada especie se adapta de diferente manera al invierno. Algunos animales hibernan porque necesitan conservar las reservas de energía almacenadas durante los periodos cálidos.
La hibernación es un estado de sueño profundo. El corazón late lentamente y la temperatura del cuerpo desciende para ahorrar energía.
En el extremo están las marmotas que llegan a permanecer siete meses en sus madrigueras. Sin embargo, no duermen todo el tiempo. Despiertan cada dos semanas para calentarse y evacuar. Mientras hibernan, los osos llegan a perder el 40 % de su peso.
Los seres humanos consumimos alimentos para producir calor y mantener nuestra temperatura corporal. En invierno tenemos que producir más energía para conservar el calor con la misma eficacia.
Por lo tanto, tenemos dos alternativas. Comer más o movernos menos.
En el invierno la naturaleza se repliega sobre si misma influyendo en el carácter de la gente. Es una época de descanso y reflexión.
Padeciendo frio brotan los traumas no resueltos, emergen los sentimientos dolorosos y preferimos la soledad.
Es la estación predilecta de la depresión y la personalidad sombría. Afortunadamente, después del vacio invernal, viene la esperanza. De la más profunda oscuridad pasamos al amanecer de la primavera.
Es por ello que los fines de semana, huimos del cielo gris limeño. Chosica y Cieneguilla nos reciben con sus largas alamedas. Unos rayos de sol hacen milagros en nuestro confundido humor.
El invierno es la estación favorita de la industria textil. Todo el mundo necesita protegerse y las clases altas pueden lucir más elegantes.
Asimismo, son las semanas en que se rompen las dietas. El cuerpo demanda azúcar y se baten los records de venta de chocolates.
También baja el apetito sexual debido a que las parejas están resfriadas o convalecientes de alguna enfermedad broncopulmonar.
De mis inviernos de niño nunca olvidare que mi abuela todas las noches dormia con su bolsa de jebe llena de agua hirviendo.
willyquevedotamayo@yahoo.com
Cada especie se adapta de diferente manera al invierno. Algunos animales hibernan porque necesitan conservar las reservas de energía almacenadas durante los periodos cálidos.
La hibernación es un estado de sueño profundo. El corazón late lentamente y la temperatura del cuerpo desciende para ahorrar energía.
En el extremo están las marmotas que llegan a permanecer siete meses en sus madrigueras. Sin embargo, no duermen todo el tiempo. Despiertan cada dos semanas para calentarse y evacuar. Mientras hibernan, los osos llegan a perder el 40 % de su peso.
Los seres humanos consumimos alimentos para producir calor y mantener nuestra temperatura corporal. En invierno tenemos que producir más energía para conservar el calor con la misma eficacia.
Por lo tanto, tenemos dos alternativas. Comer más o movernos menos.
En el invierno la naturaleza se repliega sobre si misma influyendo en el carácter de la gente. Es una época de descanso y reflexión.
Padeciendo frio brotan los traumas no resueltos, emergen los sentimientos dolorosos y preferimos la soledad.
Es la estación predilecta de la depresión y la personalidad sombría. Afortunadamente, después del vacio invernal, viene la esperanza. De la más profunda oscuridad pasamos al amanecer de la primavera.
Es por ello que los fines de semana, huimos del cielo gris limeño. Chosica y Cieneguilla nos reciben con sus largas alamedas. Unos rayos de sol hacen milagros en nuestro confundido humor.
El invierno es la estación favorita de la industria textil. Todo el mundo necesita protegerse y las clases altas pueden lucir más elegantes.
Asimismo, son las semanas en que se rompen las dietas. El cuerpo demanda azúcar y se baten los records de venta de chocolates.
También baja el apetito sexual debido a que las parejas están resfriadas o convalecientes de alguna enfermedad broncopulmonar.
De mis inviernos de niño nunca olvidare que mi abuela todas las noches dormia con su bolsa de jebe llena de agua hirviendo.
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