Muchos coinciden en que tiene que haber un organismo que otorgue correctamente licencias para abrir universidades y controlar la calidad de sus quehaceres. También que los organismos estatales o conformados por delegados de los interesados no tienen credibilidad ni ofrecen garantías de corrección académica y ética.
En situaciones como estas, en ausencia de instituciones que tengan credibilidad y estén limpias de corrupción, solo queda apelar a personalidades notables del Perú para que endosen su prestigio y limpieza ética a la institución, en tanto esta se consolide y adquiera un perfil confiable.
Es el caso del BCR con Julio Velarde, y también el de la Defensoría del Pueblo que con Jorge Santistevan de Noriega, Walter Albán y Beatriz Merino adquirió el prestigio que le endosaron sus jefes (y que casi se fue al suelo con la reciente inaceptable repartija política).
¿Qué pasaría si se convocara a unos 20 académicos y científicos de primer orden para que conformen el directorio de esta superintendencia de universidades, con autonomía similar a la del BCR, Sunat y SBS, para que se ocupe de otorgar licencias a nuevas universidades, crear y gerenciar el mecanismo de control de calidad de las existentes, y administrar los recursos de un fondo concursable para apoyar la investigación científica y tecnológica peruana?
Estoy pensando en académicos reputados como Julio Kuroiwa, Ronald Woodman, Julio Cotler, Mayer Zaharia, Marco Martos, Richard Webb, Beatriz Merino, Max Hernández, Graciela Fernández Baca, Manuel Burga, por mencionar solamente a algunos que me vienen a la mente ahora, a los que incluso se puede agregar un par de premios Nobel jubilados que quieran venir al Perú para este fin (me disculpo por el sesgo en los nombres y si desconozco alguna mancha en ellos; solo los cito para ejemplificar).
¿Habría las dudas actuales sobre la credibilidad de estas personas y de lo que harían en la institución? Si ellos se ocuparan de las tareas mencionadas y además tuvieran la prerrogativa de nombrar a las gerencias operativas y los nuevos integrantes del directorio cuando alguno de los iniciales deje sus funciones, habría una garantía de conducta irreprochable y buen funcionamiento.
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