Nos Escribe: Prof. Mg. LINCOLN ALAYO BERNAL
prevencionpe@yahoo.com
El impacto de los desastres es variado: daños a la infraestructura económica y social, alteraciones ambientales, etc. Más aún, el desastre, aunque se concentre en un punto geográfico determinado, por efectos irradiatorios afecta las condiciones nacionales de vida en asuntos como las migraciones, la proliferación de vectores y epidemias, mermas en el comercio nacional e internacional, etc.
Desastre y Vulnerabilidad
El desastre es un fenómeno social, no es la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o inundaciones etc., sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad. Más aún, el desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales.
Cuanto más pobre es una región, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre. Además de que la pobreza aumenta la probabilidad de desastres, los desastres contribuyen a hacer más subdesarrollado el subdesarrollo. La vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales. Los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades.
Impacto y Respuesta en la Sociedad
Las primeras crónicas de desastres datan del siglo XVI y desde ese momento, la forma en que la población y las autoridades han actuado frente a las emergencias ha entrañado una combinación de improvisada generosidad con abusos oportunistas.
Ocurría un desastre importante y sus efectos se iban olvidando con el paso de los años hasta que nuevamente la naturaleza mostraba su cara tenebrosa y la gente se veía obligada a sumergirse en la acción, como si las actividades meramente físicas de desenterrar de entre los escombros a muertos y heridos, ayudar a los vecinos a reconstruir y plantar de nuevo los campos, pudieran suavizar el hecho de que seria cuestión de tiempo hasta que la adversidad llamara a la puerta y hubiera que enfrentar un próximo desastre.
La realidad muestra que esta era la manera como se manejan los desastres en nuestra región. La mayor parte de las veces el socorro se presta con mucha generosidad y solidaridad, pero adoptando medidas improvisadas y poco coordinadas, con lo que se presentan problemas de competencia entre sectores y adicionalmente una respuesta internacional de ayuda que no es la más apropiada técnicamente o la mas sensible culturalmente.
Esta respuesta o fase de socorro que incluye la rehabilitación y reconstrucción inmediata, cada vez se hace mas frecuente y mas compleja debido al crecimiento de la población expuesta al riesgo y a la dependencia en aumento de la sociedad respecto a servicios indispensables como agua, electricidad, comunicaciones, carreteras y puertos así como la necesidad de organizarse con el fin de responder mejor a los diferentes problemas que generalmente acompañan a un desastre, es decir: rescatar a los sobrevivientes, atender a los heridos, apagar los incendios y controlar los escapes de sustancias peligrosas, brindar albergue, agua y alimentación a los damnificados, evacuar a las personas a lugares más seguros, establecer comunicaciones, resguardar la seguridad y el orden público, e identificar y disponer de los cadáveres, entre otros.
La fase de respuesta es compleja, porque además de la gran cantidad de entidades que participan, el problema mayor radica en la toma de decisiones sin medir sus repercusiones. Se complica aún más si se pretende tomar decisiones y dirigir las operaciones sin conocer siquiera su funcionamiento en condiciones normales en lugar de coordinar los esfuerzos de los actores locales.
Vulnerabilidad Social y La Variable Riesgo
Un criterio, bastante generalizado en las ciencias sociales, de que un fenómeno natural alcanza la categoría de desastres cuando es conjugado con determinadas condiciones sociales. En este sentido, el desastre es un fenómeno social, no la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o volcánico, sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad, o sea cuando golpea de tal forma al sistema social que afecta la capacidad de éste para manejarlo y recuperarse, afectando en grado sumo a las personas, sus bienes y los recursos de la comunidad.
Vivimos en un mundo complejo tanto por las relaciones de los hombres entre si, como por las relaciones de los hombres con la naturaleza. Junto a la problemática asociada a la conservación del medioambiente para evitar o mitigar algunos desastres, se ha venido prestando atención a la problemática asociada a los desastres como consecuencias de fenómenos naturales.
De ahí que, asociado a la problemática de los desastres, hay que plantearse la vulnerabilidad del sistema social a la ocurrencia de desastres. Por consiguiente, en sentido general, la vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales. Con justeza, podemos decir entonces que los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades. Altos niveles de educación, salud y organización popular, sistemas de alerta, de prevención y de asistencia ante amenazas naturales, constituyen la clave del éxito.
En todos los tiempos y culturas el ser humano generalmente ha tenido una actitud pasiva y facilista o ignorante frente a las dinámicas del medio ambiente físico. Aún está profundamente arraigado el considerar las manifestaciones violentas de la Naturaleza como designios de Dios o asuntos ineludibles de la Naturaleza misma. Es común que ello se exprese en actitudes fatalistas, de resignación y postración, o simplemente de rechazo frente a un tema en el cual el bienestar o incluso la vida están comprometidos en un futuro incierto.
Planificar y proyectar con la variable riesgo incorporándola en los Proyectos de Inversión Publica a través del SNIP a nivel Regional, Provincial y Distrital es, fundamentalmente (y el término mismo lo implica) un proceso de toma de decisiones técnicas y políticas frente a riesgos ocasionados por peligros naturales, socio naturales y antropicos que afectan negativamente el capital productivo como producción agrícola, instalaciones industriales; la infraestructura económica como puentes, carreteras, energía; y la infraestructura social como vivienda, servicios básicos de salud, educación y agua potable. Todo ello tiene un impacto negativo en las condiciones de vida de la población, no solo en el corto plazo sino también en el mediano y largo plazo, en términos de crecimiento económico. En ese sentido, es necesario que en la planificación de las políticas publicas, y en particular en las inversiones realizadas con recursos públicos, se incorpore el Análisis de Riesgo para contribuir a la sostenibilidad de tales inversiones.
Cada vez más, se espera un estrecho compromiso entre la búsqueda de mejor calidad de vida, de opciones de desarrollo y de la menor influencia adversa sobre el Medio Ambiente, lo que conduce a la necesidad de entender la complejidad de la Gestión del Riesgo, tratando sus diversas facetas: culturales, históricas, antropológicas, científico-naturales, técnicas, económicas, psicológicos, entre otras.
Hay que pensar más en la responsabilidad que tenemos frente a la Sociedad y con la Naturaleza, siempre dinámica y actuante según leyes naturales y que a veces se nos olvidan.
prevencionpe@yahoo.com
El impacto de los desastres es variado: daños a la infraestructura económica y social, alteraciones ambientales, etc. Más aún, el desastre, aunque se concentre en un punto geográfico determinado, por efectos irradiatorios afecta las condiciones nacionales de vida en asuntos como las migraciones, la proliferación de vectores y epidemias, mermas en el comercio nacional e internacional, etc.
Desastre y Vulnerabilidad
El desastre es un fenómeno social, no es la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o inundaciones etc., sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad. Más aún, el desastre es una manifestación de fallas en el sistema social para proteger a las personas ante consecuencias de fenómenos naturales.
Cuanto más pobre es una región, mayor es el impacto del fenómeno natural y la posibilidad de que este se convierta en desastre. Además de que la pobreza aumenta la probabilidad de desastres, los desastres contribuyen a hacer más subdesarrollado el subdesarrollo. La vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales. Los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades.
Impacto y Respuesta en la Sociedad
Las primeras crónicas de desastres datan del siglo XVI y desde ese momento, la forma en que la población y las autoridades han actuado frente a las emergencias ha entrañado una combinación de improvisada generosidad con abusos oportunistas.
Ocurría un desastre importante y sus efectos se iban olvidando con el paso de los años hasta que nuevamente la naturaleza mostraba su cara tenebrosa y la gente se veía obligada a sumergirse en la acción, como si las actividades meramente físicas de desenterrar de entre los escombros a muertos y heridos, ayudar a los vecinos a reconstruir y plantar de nuevo los campos, pudieran suavizar el hecho de que seria cuestión de tiempo hasta que la adversidad llamara a la puerta y hubiera que enfrentar un próximo desastre.
La realidad muestra que esta era la manera como se manejan los desastres en nuestra región. La mayor parte de las veces el socorro se presta con mucha generosidad y solidaridad, pero adoptando medidas improvisadas y poco coordinadas, con lo que se presentan problemas de competencia entre sectores y adicionalmente una respuesta internacional de ayuda que no es la más apropiada técnicamente o la mas sensible culturalmente.
Esta respuesta o fase de socorro que incluye la rehabilitación y reconstrucción inmediata, cada vez se hace mas frecuente y mas compleja debido al crecimiento de la población expuesta al riesgo y a la dependencia en aumento de la sociedad respecto a servicios indispensables como agua, electricidad, comunicaciones, carreteras y puertos así como la necesidad de organizarse con el fin de responder mejor a los diferentes problemas que generalmente acompañan a un desastre, es decir: rescatar a los sobrevivientes, atender a los heridos, apagar los incendios y controlar los escapes de sustancias peligrosas, brindar albergue, agua y alimentación a los damnificados, evacuar a las personas a lugares más seguros, establecer comunicaciones, resguardar la seguridad y el orden público, e identificar y disponer de los cadáveres, entre otros.
La fase de respuesta es compleja, porque además de la gran cantidad de entidades que participan, el problema mayor radica en la toma de decisiones sin medir sus repercusiones. Se complica aún más si se pretende tomar decisiones y dirigir las operaciones sin conocer siquiera su funcionamiento en condiciones normales en lugar de coordinar los esfuerzos de los actores locales.
Vulnerabilidad Social y La Variable Riesgo
Un criterio, bastante generalizado en las ciencias sociales, de que un fenómeno natural alcanza la categoría de desastres cuando es conjugado con determinadas condiciones sociales. En este sentido, el desastre es un fenómeno social, no la ocurrencia del hecho meteorológico, sísmico o volcánico, sino el impacto de ese hecho en una comunidad o sociedad, o sea cuando golpea de tal forma al sistema social que afecta la capacidad de éste para manejarlo y recuperarse, afectando en grado sumo a las personas, sus bienes y los recursos de la comunidad.
Vivimos en un mundo complejo tanto por las relaciones de los hombres entre si, como por las relaciones de los hombres con la naturaleza. Junto a la problemática asociada a la conservación del medioambiente para evitar o mitigar algunos desastres, se ha venido prestando atención a la problemática asociada a los desastres como consecuencias de fenómenos naturales.
De ahí que, asociado a la problemática de los desastres, hay que plantearse la vulnerabilidad del sistema social a la ocurrencia de desastres. Por consiguiente, en sentido general, la vulnerabilidad es la probabilidad de que una comunidad expuesta a una amenaza natural, según el grado de fragilidad de sus elementos, pueda sufrir daños humanos y materiales. Con justeza, podemos decir entonces que los desastres son evitables con las políticas públicas adecuadas para reducir la vulnerabilidad de las sociedades. Altos niveles de educación, salud y organización popular, sistemas de alerta, de prevención y de asistencia ante amenazas naturales, constituyen la clave del éxito.
En todos los tiempos y culturas el ser humano generalmente ha tenido una actitud pasiva y facilista o ignorante frente a las dinámicas del medio ambiente físico. Aún está profundamente arraigado el considerar las manifestaciones violentas de la Naturaleza como designios de Dios o asuntos ineludibles de la Naturaleza misma. Es común que ello se exprese en actitudes fatalistas, de resignación y postración, o simplemente de rechazo frente a un tema en el cual el bienestar o incluso la vida están comprometidos en un futuro incierto.
Planificar y proyectar con la variable riesgo incorporándola en los Proyectos de Inversión Publica a través del SNIP a nivel Regional, Provincial y Distrital es, fundamentalmente (y el término mismo lo implica) un proceso de toma de decisiones técnicas y políticas frente a riesgos ocasionados por peligros naturales, socio naturales y antropicos que afectan negativamente el capital productivo como producción agrícola, instalaciones industriales; la infraestructura económica como puentes, carreteras, energía; y la infraestructura social como vivienda, servicios básicos de salud, educación y agua potable. Todo ello tiene un impacto negativo en las condiciones de vida de la población, no solo en el corto plazo sino también en el mediano y largo plazo, en términos de crecimiento económico. En ese sentido, es necesario que en la planificación de las políticas publicas, y en particular en las inversiones realizadas con recursos públicos, se incorpore el Análisis de Riesgo para contribuir a la sostenibilidad de tales inversiones.
Cada vez más, se espera un estrecho compromiso entre la búsqueda de mejor calidad de vida, de opciones de desarrollo y de la menor influencia adversa sobre el Medio Ambiente, lo que conduce a la necesidad de entender la complejidad de la Gestión del Riesgo, tratando sus diversas facetas: culturales, históricas, antropológicas, científico-naturales, técnicas, económicas, psicológicos, entre otras.
Hay que pensar más en la responsabilidad que tenemos frente a la Sociedad y con la Naturaleza, siempre dinámica y actuante según leyes naturales y que a veces se nos olvidan.
0 comentarios:
Publicar un comentario